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ABCdario / ALIANZA JA JA JA

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ESTHELA PONCE ISAÍAS GONZÁLEZ* EPB-IGC

Habrá que esperar en que para la alianza suma-menos entre Isaías González Cuevas y Esthela Ponce Beltrán. Los referentes que existen –abundantes y aleccionadores– dan cuenta de que las alianzas entre priístas sólo han servido para enriquecer la picaresca. Los resultados habría que esperarlos sentados.
Para muestra, un par de botones. Después de la derrota del PRI en el 99’, siendo Miguel Vega Pérez Presidente del PRI, los priístas no sabían qué hacer ni cómo reaccionar ante tan inédito escenario. Miguel Vega, que en sus años mozos simpatizó y estuvo alineado en el “mercadismo”, urdió en abrirles espacios y darles calor e invitó al ex Gobernador Guillermo Mercado Romero a integrarse a las tareas del partido como Presidente de la Fundación Colosio. Mercado Romero necesitaba reactivarse políticamente después de las terribles campañas de odio y de linchamiento político-mediático, persecuciones y defenestraciones que les enderezó el leonelato. Miguel Vega sabía que el ex Gobernador necesitaba oxigenarse, y que mejor plataforma que la fundación Colosio para reiniciar desde ahí su reivindicación política.
Mercado, como todo un político pragmático y de palabra, creyó en su antiguo pupilo. En el PRI no había nada, y tras la voluntariosa invitación a sumarse a las tareas del partido tuvo que cargar con escritorio, sillas, teléfono, cesto para la basura y papelería desde su casa hasta el partido. Los días pasaban y nada de nada, Miguel Vega seguía sin dar color con el nombramiento del nuevo inquilino en el partido. Pasaron los días y las semanas y el nombramiento no llegaba. Mercado se desesperó y se fue a su casa, sospechando que Miguel Vega no le cumpliría –tal como ocurrió–. Años después, una vez que Miguel Vega salió por la puerta trasera del PRI, Mercado asumió la Presidencia de la Fundación Colosio, donde llevo a cabo un discreto pero efectivo trabajo en favor de la Fundación y del partido.
Desconozco sí Mercado percibió, sospecho, intuyó o se enteró de que Miguel Vega traía acuerdos con el entonces gobernador, Leonel Cota Montaño, acuerdos de impunidad. Su hermano, Rafael Vega Pérez, que fue quien manejo la “partida secreta” de Mercado durante su gobierno, estaba muy vulnerable ante las locas e irascibles persecuciones y reacciones del leonelato. Para esto, Miguel Vega llegó al acuerdo con el entonces Gobernador Leonel Cota, de no hacer ruido en el partido a cambio de la impunidad de su hermano. En ese escenario, Miguel Vega solo jugó con el score.
Así era Miguel Vega Pérez y así son las alianzas entre priístas. Más tardan en armarlas que en desbaratarlas. Cierto, Miguel Vega tenía esa peculiar característica de destejer por la noche lo que tejía durante el día, característica común que hacen únicos a los priístas, inconfundibles, sin par, en el difícil y complejo arte de la simulación.
Otro botón de muestra es la “alianza” que Miguel Vega hizo con Esthela Ponce para catapultar a Rosy Montaño a la dirigencia de la Organización de Mujeres Priístas. Miguel Vega, ya que traía su candidata (Lety Serratos) para la dirigencia de la OMPRI, aún así “negocio” con Esthela Ponce, en el seno de una típica y desbaratada alianza entre priístas, para que Rosy Montaño asumiera la nueva dirigente de la OMPRI. Como era de sospechar y fiel a su costumbre, Miguel Vega siguió impulsando a su candidata por debajo del agua, y con todo el destartalado aparato priísta siguió operando a favor de Lety Serratos, mientras apapachaba en público a la recomendada de Esthela Ponce, confiado en que traía su propia carta debajo de la manga y el “cochupo” armado con el que inhabilitaría a la candidata de Esthela Ponce, en pleno registro de candidatos. Sin embargo, nunca pensó –ni reparó– que en el registro se descubriría su “cochupo” y que a la vista de todos se le caería la carta que escondía. La maestra María Luisa Salcedo de Beltrán, que presidía la Comisión Electoral y sancionaría los registros, a la hora de inscribirse Lety Serratos no cubrió con los requisitos y no hubo vuelta atrás. La maestra María Luisa Salcedo, celosa del fiel cumplimiento de la ley, y con la ley en la mano y voz firme, le dijo, no pasa y no pasó, siendo que era la candidata de Miguel Vega la que quedaba fuera de la jugada, y así fue como Rosy Montaño, en una típica alianza entre priístas, asumió la presidencia de la OMPRI en BCS.
Existen infinidad de casos que ilustran como funcionan las alianzas entre priístas y en todas, sin excepción, se registran los mismos resultados, por eso el escepticismo en la alianza suma menos EPB-IGC que nació manca, con dos de los tres pilares que debían sostenerla.
En el caso particular de esta alianza que tanto ha alegrado a los panistas, hasta el grado de ver la elección del próximo año como de mero trámite, los resultados prácticamente están a la vista de todo; desunión en el PRI –contrario a lo que pregonan– divisiones internas, enconos, agandalles y pleitos en medio de la nada y los que es peor, por nada, porque tampoco existe la más mínima seguridad de que uno de los dos, Isaías o Esthela, se alcen victoriosos el próximo año. Luego entonces cabe preguntarles a los dirigentes del partido, a los protagonistas de la escaramuza y a la propia militancia ¿A que diablos le tiran con esa alianza? que lejos de sumar resta.
Hablan de unidad cuando se alían dos de los tres aspirantes a la candidatura, y lo peor es que hablan en nombre de “todos los priístas en el estado”. Yo no se dónde aprendieron hacer ese tipo de sumas mochas que ni el más experimentado maestro de matemáticas se atrevería hacer. Pero en fin, solo ellos creen que en la “suma de los totales” dos suman más que tres. ¿Échense ese trompo a la uña?.
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