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ABCdario / IGNORANDO EL PASADO

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Andrés Manuel López Obrador

* Lección no aprendida

A una semana de la jornada electoral, de la “elección del hartazgo”, veo que la clase política local –primero los priístas, después los perredistas y hoy los panistas– no han entendido ni han querido abrevar en nuestro ignorado origen ni aquilatar los sacrificios que ha costado forjar el estado que hoy tenemos; la soberbia, arrogancia y falta de compromiso con los demás los condujo a la peor derrota electoral de la que se tenga memoria; “nunca tantos debieron tanto a tan pocos”, diría Winston Churchill, sobre la solapa del acabose de una clase política incapaz de enfrentar y revertir la tragedia.
Desde el arribo de la alternancia en 1999, la tradicional clase política local quedo al garete, incapaz de amar y trabajar un proyecto de partido que forjará un proyecto político alternativo con la vista puesta sobre la siguiente elección; la corrupción, las ansias de protagonismo y los acuerdos por debajo de la mesa derivaron en el primer candidato del PRI impuesto desde la alternancia perredista; seis años después, los desacuerdos promovidos desde palacio y acatados a pie juntillas por los mismos actores priístas que desde siempre han respondido a oscuras negociaciones cupulares, aceptaron sin chistar los inconfesables acuerdos pactados entre el presidente Felipe Calderón y el CEN del PRI (Beatriz Paredes) que definirían la atípica alternancia política que nos gobernó de 2011 al 2015, no ajena a los peores escándalos de corrupción, desaseos, dejadez, arrogancia y soberbia; no leyeron el momento e ignoraron literalmente nuestros orígenes dando pie a los “acumulados” de un hartazgo transexenal que hoy, en 2018, al fin los postra en franco proceso de extinción política.
De manera que no hay que esperar gran cosa de esos actores políticos locales que no tardan en sacar la cabeza escudándose en la reconstrucción del PRI, –en el PAN pasa exactamente lo mismo–; que han repetido candidaturas, que brincan de un lado a otro beneficiándose de las derrotas del partido, traficando y extorsionando con la franquicia partidista como ha ocurrido desde 1999; ninguno estuvo a la altura de las circunstancias y todos, todos aplaudieron los desatinos y desacierto del presidente Enrique Peña Nieto, hoy por hoy el “presidente del hartazgo”, el peor presidente en nuestra historia; principal responsable de la mayor tragedia electoral sufrida por el PRI y el PAN, que mantiene en línea desaparecer al PRD, PVEM, PC, PES y al Panal.
Hace una semana más del 60% del electorado salió a votar con una idea fija e inamovible; “partirle la madre al PRI”…..y lo lograron; no votaron por propuestas ni por candidatos, excepto por AMLO, fuera de ahí el voto fue ciego y cayó en terreno plano en contra del PRI, del PAN y de la “chiquillada” que se sintió capaz de cachar votos en medio de la confusión, sin embargo los “gasolinazos”, las alzas en la luz, gas y el IVA –que seguirán igual, según se ha dicho–; la corrupción, los gobernadores corruptos, la violencia, inseguridad, impunidad, las políticas sociales impopulares impuestas por el gobierno, las privatizaciones, la entrega de nuestra riqueza al gran capital, los desaseos administrativos y políticos, los contubernios políticos entre el PRI, PAN y PRD, etc., hartaron a los mexicanos que hace ocho días salieron a votar para “pegarle en la madre al PRI” que excedido con sus abusos en el ejercicio del poder no leyeron bien a bien el momento, siendo finalmente presa y victimas del hartazgo que ellos mismos generaron.
De ese tamaño se impone la reconstrucción del PRI, la reconstrucción de un imposible a sabiendas que el electorado y sobre todo para millones de mexicanos será la última opción en la que piensen y volteen; con un nuevo presidente obligado hacer bien las cosas, a no equivocarse, arropado con una fuerte legitimidad, se antoja difícil, complicado.
En lo local, que desde siempre se ha dependido de los impulsos del centro del país, de los hombres valientes que forjan el destino de esta nación y de la voluntad política que toma forma fuera de BCS alentados y comprometidos con las causas del PRI, la tarea resulta desalentadora, sobre todo cuando sobrevive una clase política que desde hace 20 años no ha dado resultados excepto dolores de cabeza, cuando esa clase política oxidada y en desuso se niega y resiste a abandonar su zonas de confort, su protagonismo y su frivolidad.
Admito que esta derrota me dolió, no porque haya sido ajeno al hartazgo generado por el mal gobierno de Enrique Peña Nieto o porque haya estado de acuerdo o aplaudido los despropósitos de su gobierno, –del que siempre he sido crítico–, sino por truncaron sueños, ilusiones y las esperanzas de no pocos priístas que trabajaron incansablemente a contra corriente alentados por la esperanza de abrirse espacios de participación política que hoy han perdido; me duele porque Francisco, mi “pequeño demonio” le apostó a una causa perdida, creyendo en políticos corruptos, desatendidos, simuladores, sordos, insensibles, tramposo, mentirosos, etc., que han defraudado al PRI y a los sudcalifornianos como no había ocurrido con ninguna generación anterior.
En medio de la derrota veo y siento que soplan vientos de fronda; los primeros ocho días del triunfo de AMLO, que es el triunfo de 30 millones de mexicanos, las cosas van caminado bien dándole forma a una alternancia tersa y sin sobresaltos; la gobernabilidad que la dan los grupos fácticos –la legitimidad se da en las urna– han manifestado su disposición de colaborar con el próximo gobierno más allá de las diferencias y los desencuentros que se produjeron en el proceso electoral; en suma, el país recibió de buena gana el triunfo de AMLO ante el hartazgo de años de gobiernos insensibles, corruptos y desatendidos, con la renovada esperanza de que nada será igual por el bien de todos. ¡Qué tal!.
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