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ABCdario / EL PARRICIDIO DE ISAÍAS

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*18 Brumario

En 2010, Esthela Ponce, entonces mandamás del PRI en el Estado, le dio por “pasear” sobre las pasarelas priístas al dirigente nacional de la CROC, en aras de ir construyendo consensos para lo que viniera un año después (la candidatura a la gubernatura); “les presento a Isaías González Cuevas”, decía la ingenua presidenta estatal del PRI a militantes y cuadros distinguidos del partido; ocho años después, el vetusto dirigente obrero le daría muerte súbita (política) en la delegación del IMSS.
Ochos años compartiendo una relación política compleja y complicada, caracterizada por encuentros y desencuentros que el hábil y zorro dirigente obrero aprovecho para escalar peldaño tras peldaño posiciones claves al interior del partido hasta convertirse en el nuevo amo del PRI en BCS; ocho años de relaciones difíciles y truculentas que marcaron para y por siempre a la ex alcaldesa de La Paz, luego del parricidio escenificado a la entrada de las oficinas del IMSS escasos días antes de las elecciones; la heroína de la lucha por la equidad de género, horas después sería destituida por órdenes de oficinas centrales tras las “guasangas” generadas por treinta changos liderados por Esteban Vargas en las afueras del IMSS. (Cualquier semejanza con los Idus de Marzo, es mera coincidencia)
Hoy, el goloso dirigente obrero va contra Pedro Barroso o con quién se le atraviese en su insaciable apetito de poder con el destructible objetivo de quedarse con el cascaron del partido; para él no hay convicciones, mística, lealtad, principios, estatutos ni programa, solo ambición por el dinero, dinero y más dinero, ofreciendo y negociando la franquicia del partido como si se tratara de un simple contrato colectivo de trabajo; lo curioso es que después de muertos se siguen matando; a Isaías González Cuevas solo le bastaron ocho años para “botarlos” del partido y hoy, en el medio de la peor derrota sufrida por el PRI, viene a darles santa sepultura.
Con una Esthela Ponce defenestrada y desaparecida del escenario político, un Ricardo Barroso disminuido y un Juan Alberto Valdivia derrotado, el traicionero dirigente obrero está en camino de convertirse en Don Perpetuo del Rosal de San Garabato Inn; en el cacique de caciques de un partido que sigue oponiendo fuertes resistencias al cambio, a la transformación y a la modernización de sí mismo.
Aliado con el mercadismo perdedor, con cuadros y militantes que no han hecho más que dividir a la militancia, con dirigentes de partido simuladores, tahúres y oportunistas, con candidatos que repiten candidaturas y ejercen a plenitud el nepotismo, en suma con una dirigencia insensible, tosca, oportunista y sin amor a la camiseta, la renovación del partido se ve como un imposible.
Hace un año, Ernesto Alvares Gámez, desde la delegación federal del Trabajo encabezó una de las tantas “Intifadas” en contra del partido exigiendo la renuncia del entonces dirigente estatal del PRI, Edmundo Salgado; meses después, Esteban Vargas, a la sazón dirigente de la CROC en BCS, asumió el papel de “cobrador de la mafia” convirtiéndose en portavoz del vetusto dirigente de la CROC, al que utilizó para mandar mensajes de presión y extorsión política al CEN del partido, exigiendo candidaturas y espacios en el partido para la CROC.
En 2011, ya en el PRI “poncista”, hizo hasta la imposible para que perdiera el PRI en aquella elección altamente competitiva cuyos resultados estuvieron marcados por una asquerosa negociación cupular entre Felipe Calderón y Beatriz Paredes, al cambalacharse la gubernatura del estado por la alcaldía de La Paz; en el 2011, una vez más le jugó las contras al partido haciendo campaña de “brazos caídos” y en la pasada elección presidencial jugó con una marca distinta, no sin antes presionar y extorsionar al partido amenazando desde la CROC local “que solo apoyaría a los candidatos surgidos de la central obrera que dirige”.
Lo inadmisible e increíble es el aguante que ha tenido la militancia priísta al tolerar y soportar una dirigencia impuesta desde la CROC, cuya central desde hace muchos años dejo de ser una reserva de votos para el PRI; de un dirigente obrero que desde 1988 trae la brújula perdida cuando le apostó a la candidatura presidencial de Manuel Bartlett y el candidato –después sería presidente– Carlos Salinas de Gortari, de cohabitar en el partido con una caterva de gánsters y mercenarios de la política, de cuadros dirigentes saboteadores que operan en contra del PRI y que sólo en el PRI se ven.
Increíble que en poco más de un mes hayan protagonizado dos vergonzosos “berrinches” a la vera de una militancia mustia y callada; la protesta contra Esthela Ponce en las afueras de la delegación del IMSS y la protesta de este miércoles a la entrada del Instituto Estatal Electoral, presionando para que se revoque el recurso de impugnación presentado por Pedro Barroso contra su compañera de fórmula, Iris Alvares, como regidora de lista en el próximo cabildo de La Paz. ¡Échense ese trompo a la uña!.
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