A casi un año de que Gabriela Cisneros Ruiz rindiera protesta como dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional (Septiembre de 2017), las expectativas de un nuevo liderazgo entre el priismo sudcaliforniano se han visto frustradas ante la falta de capacidad, de talento, de un verdadero discurso que una a la militancia, pero sobre todo la actual dirigencia ha mostrado una absoluta incompetencia para estar al frente de ese partido político.
Incapaz de estructurar una idea, Gabriela Cisneros es el ejemplo más claro del estilo de seguidor que le gusta a Isaías González Cuevas, quien es el verdadero mandamás en el PRI y líder de la nacional CROC.
Sin embargo, después de la estrepitosa derrota que pone al PRI de BCS en tercer lugar en las preferencias electorales, la militancia debe cuestionarse si lo que requiere para salir del hoyo es un líder faraónico, que solo le sabe a las cuestiones sindicales y que lo único que le importa es continuar gozando de privilegios que le otorga el sistema – Cabe recordar que, al estilo zángano, Isaías González disfrutará por tercera vez de una diputación vía plurinominal – o regresa la vista a sus bases, a los políticos de a pie que de alguna manera le devuelvan la credibilidad al diezmado Revolucionario Institucional.
Realmente nada le aporta el líder croquista al priismo sudcaliforniano, de ahí que sea una incógnita, una rareza inexplicable si continúa al frente del comité directivo estatal de la mano de su adláter Cisneros Ruiz. El cacicazgo que ha implementado Isaías González a base de falsas promesas de triunfo, crecimiento político y ya no digamos mantener a la burocracia partidista, se ven rebasados por una realidad aplastante con un mensaje claro ante la falta de ética, rendición de cuentas, corrupción e impunidad que dibuja a González Cuevas de cuerpo completo.
Sin olvidar por supuesto el doble discurso de algunos de sus agremiados, como el dirigente de la CROC estatal Esteban Vargas Juárez que en plena campaña despotricó contra algunas decisiones del consejo político estatal, órgano deliberativo de ese partido, en el que señaló claramente que no apoyarían a los candidatos tricolores que no fueron emanados de la central obrera. A final de cuentas ni sirios ni troyanos; el PRI de González Cuevas y Gabriela Cisneros perdieron la batalla electoral y ni sus huestes figuraron dejando un PRI desfigurado y en la lona, resultado de jugarle contra a los propios candidatos tricolores en una franca actitud traicionera.
De tal suerte que estos oportunistas de la política seguirán pegados a la ubre si la militancia no se hace escuchar ante el comité ejecutivo nacional, que también libra sus propias batallas. El ciclo de estos fariseos al frente del PRI parece llegar a su fin, al menos que tenga algo de verdad lo que se murmura en los pasillos del desangelado Comité Directivo Estatal, donde en la mente retorcida de González Cuevas y Gabriela Cisneros se ven al frente del PRI en el 2021 con un vetusto líder croquista como candidato a la gubernatura. De risa y pena ajena. Es mi opinión, al tiempo…
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