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ABCdario / LEY DE MOVILIDAD ¡QUIEBRE!

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* Ley de movilidad

A estas alturas, la opinión entre los morenistas sobre la iniciativa de la ley de movilidad está dividida; unos están a favor y otros en contra; en 1998, ocurrió algo similar con la iniciativa de la ley de transporte enviada al Congreso por el gobernador Guillermo Mercado; en aquel entonces el PRI contaba con una pírrica mayoría en la cámara e incluso tenia de aliados a diputados de la oposición y no pudo aprobar la iniciativa; hoy, veinte años después, Morena tiene una holgada mayoría aunque con opiniones divididas y no existe certeza que se apruebe.
En 1998, Pedro Enrique López, dirigente de los transportistas “tomó” el Congreso (secuestró) manteniendo el asedio durante casi dos días, tiempo que ni diputados ni trabajadores de la cámara podíamos entrar o salir de la sala de sesiones; dos días comiendo tortas y pizzas, durmiendo en los pasillos interiores de la sala de sesiones fue el tributo que se pagó por la fallida iniciativa de la ley de transporte: En 1998, al viejo estilo del PRI subestimó la situación creyendo que los transportistas eran simples “factores de poder” sin capacidad de movilización, sin valor para oponerse y sin conciencia de clase y al final tuvo que recular con el clásico “filder’s pa’ tras”.
Hoy son otros tiempos y claro está, otras circunstancias; la fuerte presión que ejerce la nueva modalidad del transporte (Uber) no se puede ignorar, como tampoco se pueden subestimar las cientos de familias que viven precisamente de esta actividad que ven amenazadas sus fuentes de trabajo sin más alternativas que ser avasallados por la voraz competencia; en Los Cabos, con la tolerancia del gobierno y la voracidad de los empresarios hoteleros, operan desde hace muchos años taxis colectivos y servicio de transporte público de primer mundo sin que estén regulados por la ley.
La modernidad nos ha traído muchos sinsabores; en 1999 cuando se abrieron las puertas del estado de par a empresas nacionales comenzó el principio del fin de muchos comerciantes y empresarios locales que no pudieron hacerle frente a la competencia; empresas y comercios ligados estrechamente a nuestro desarrollo, incipiente pero al fin desarrollo, desparecieron; los Ruffo, Cota, Aréchiga, Castro, Coppolas, Arámburo, González Canseco, Aragón, Cornejo, Gastelum, Talamantes, etc., convirtiéndose en rentitas, arrendatarios y asalariados de las grandes empresas nacionales; nunca hubo políticas ni medidas compensatorias que les permitieran hacer el intento, al menos el intento, de competir con las feroces empresas comerciales venidas de la contra costa.
La misma triste historia se repite en manos de nuevos actores políticos, con el añadido de que la nueva ley de movilidad aún no está aprobada y el alcalde de La Paz, fiel a su estilo gandalla, ya anda vendiendo los pollos antes de que se eche la gallina; trae entre ceja y ceja convenir con Uber que por cada viaje que realice en la ciudad contribuya con la maltrecha hacienda municipal con tres pesos para fortalecer la modernización del transporte público, así como firmar un convenio con Uber para que haga descuentos de hasta el 50% a las personas con discapacidad que utilicen sus servicios. (Esperemos que el alcalde no traiga intereses sembrados en los Uber como tristemente ocurrió con las minas, donde fue exhibido como socio mayoritario de una empresa minera).
Cierto, hay necesidad de modernidad y mejorar el transporte público pero que no sea a costa de una injusticia; cientos de familias dependen de esta actividad y no es justo que por modernizar y mejorar el transporte público queden en el desamparo e indefensión como ha ocurrido con numerosos comercios y empresas que fueron avasallados por la competencia llegada de la contra costa; que se exploren alternativas y, en el justo medio, cuando se hayan agotado todas las alternativas se tome la decisión. ¡Qué tal!.
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