El pasado fin de semana, el PRI cumplió 88 años de vida. Los priistas desde adentro, lo ven fuerte y saludable. Capaz de ganar competencias y luchas y todo lo demás. Pero desde fuera el panorama se ve muy distinto: Como que ya anda chochando.
Y es que además de todos los problemas de división interna, falta de credibilidad, traiciones, corruptelas y un largo etcétera; en estos tiempos de cambios y mercadotecnia y modernas tecnología de la comunicación, el PRI se ha negado a renovarse.
El verdadero progreso consiste en renovarse, aseguran los que saben. Pero este adulto mayor, con tantos achaques, al parecer ya no tiene manera. Primero deberá buscar la forma de curarse.
Digo.
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