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DEL TINTERO / REVOLUCIÓN Y TRANSFORMACIÓN

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*México: tres revoluciones y una transformación con regeneración del país. ¿Se podrá?

  • MORENA DEBE DESAPARECER.
  • NO ES UN PARTIDO POLÍTICO; SÍ UN MOVIMIENTO NACIONAL CON CADUCIDAD

Las sublevaciones del pueblo mexicano en las luchas libertarias de la independencia y la revolución mexicana, le propinaron a la clase pudiente, desmanes, despojos y daños impronunciables en aras de venganza y sed de justicia.

La independencia, dejó fortaleza en la identidad como mexicanos; pero hasta nuestros días, existen tentáculos del extranjerismo pernicioso, hoy, con el rostro del neoliberalismo, que han tentado la ambición de mexicanas y mexicanos sentados en las sillas de poder, para robar, mentir y traicionar al pueblo al que se deben.

Las leyes de reforma, hicieron la separación de la iglesia católica en ponderación y de los credos en general del Estado mexicano. Entonces, el poder eclesiástico se abrió a sus causas y permitió abrir un cauce al deber ser de los poderes públicos de la república.

La revolución interrumpida de 1910, que desde 1906 con los hermanos Flores Magón y luego con don Francisco I. Madero, irrumpieron en contra del sometimiento laboral y social del pueblo mexicano, por la dictadura de Porfirio Díaz, el héroe y villano de la historia nacional, no llegó hasta sus últimas consecuencias.

La toma de las armas de los caudillos de la revolución interrumpida de México y de sus contingentes de miles y miles de alzados en huaraches, mantas y sombreros, hicieron sucumbir 33 años de poder político de Porfirio Díaz, más que con las armas y las balas; lo hicieron con la consigna llevada a las urnas: Sufragio efectivo; no reelección.

Sin embargo, la traición de Victoriano Huerta, le abrió rendijas al imperialismo del capital norteamericano y el asesinato de Francisco I. Madero, truncó la revolución social de los mexicanos de abajo: Campesinos y obreros.

Venustiano Carranza Medina, tapizó los anhelos de tierra y libertad, sufragio efectivo no reelección, explotación y abandono a los pueblos originarios y mestizos, democracia, justicia social…con la constitución de 1917, vigente hasta nuestros días, con infinidad de reformas a modo y conveniencia de una clase ciudadana de primera, privilegiada, sentada en las sillas del gobierno federal, estatal, municipal, en los congresos de la unión y locales de las entidades de nuestro país.

Luego, los llamados sucesores y herederos de la interrumpida revolución mexicana, generales de guerra, pasaron a ser poderes constituidos con botas militares, que arreglaban la vida pública y apaciguaban la política nacional, asesinando a diestra y siniestra a quienes estorbaban la figurada tranquilidad social y los tiempos del México de la migración de las zonas rurales a las ciudades.

El surgimiento de un partido tricolor, de un partido político controlador de las masas: CROC, CTM, es decir, organizaciones manipuladoras del voto mentiroso, a pase de lista para que no se pasaran de listos esos votantes en las sucesiones del poder político, legislativo, judicial, así como de gobiernos municipales y delegaciones rurales.

La línea era que ganaran los destapados del abuelo, el padre y el nieto del partido tricolor. Después aparecieron los partidos satélites para confundir a la población y disminuir a las organizaciones mexicanas que se animaban a enfrentar, denunciar y luchar por la vía electoral a la mafia del poder, como los define el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presentes hasta nuestros días.

Y como dice nuestro himno nacional: Para “ellos guirnaldas de olivo”.

Don Lázaro Cárdenas del Río, más ciudadano que soldado, más pueblo que privilegiado, legó al México de los últimos 80 años, hijo y nieto, ladeados hacia los mexicanos de abajo, los pobres y la lucha pacífica pero indomable en defensa de las mayorías y minorías del país: Solórzano y Batel.

Los presidentes que sucedieron a Lázaro Cárdenas del Río, quien unificó y renovó el sentimiento nacional de la mexicanidad con la expropiación petrolera, pasaron de gobiernos con bota militar a ser autoridades civiles. Su sucesor, Ávila Camacho, fue el último mandatario federal militar.

Por cierto, la mañana del 15 de diciembre de 2018, cuando escribo, el mandatario federal que incluyó en su logo oficial del gobierno de México, al presidente Lázaro Cárdenas del Río, anuncia el plan nacional para la producción de hidrocarburos, estimando para el año 2024, al final de su sexenio, 2mill 400 mil barriles diarios. Lo hizo en Campeche. 

 De 1940 a 1964, se fue diluyendo el sentimiento revolucionario y pasaba a ser una estampita escolar de la historia de México. 4 presidentes de la república mexicana, dejaban a su paso el legado de la vida institucional, columnas vertebrales del México posrevolucionario.

El sexenio 1964 – 1970, es particularmente parteaguas entre un país que venía de mirarse hacia dentro, para pasar a un tiempo, donde los privilegiados de éste mismo país, miraban a la comunidad internacional, como si fueran dueños de México y sus mexicanos. Lo triste, es que pensaban en beneficios para pocos. Como en la dictadura Díaz. Los menos, ¡más ricos! y los más, ¡más pobres!.

En ésta época, la juventud, ofrendó su vida arrebatada por gobiernos al servicio de intereses ajenos al buen vivir de la población. Un estudiantado vigoroso, valiente, expresivo, organizado, imponente, que asustó al poder político en turno al alzar su voz, protesta y defensa de su dignidad.

Un eco y contagio de las manifestaciones universitarias de mayo de 1968 en Francia.

Debe considerarse que luchadores sociales, líderes auténticos, defensores del pueblo, los hay en todo el devenir de la historia de México. Desde los aztecas hasta nuestros días. Y tras ellos, a un lado y junto a ellos, miles, miles y miles de mexicanos y mexicanas, héroes anónimos, que sin ellos no se avanza.

Los sentimientos de la nación y del país, los genera el pueblo mexicano en general.

Los líderes auténticos, desde cada comunidad, independientemente de su rango, son gigantes por sus ideales, estén donde estén y se llamen como se llamen; o como les digan.

Son la punta de lanza de la memoria colectiva e histórica.    

Los tres sexenios siguientes, con el mismo sistema artificioso de legitimidad para lograr la legalidad y degustar las mieles del poder, en esos tiempos de bonanza de bonanzas para los sentados en las sillas de los poderes públicos, gobiernos municipales e inversionistas de fuera y dentro del país. Después,  vendrían los tecnócratas.

Carlos Salinas de Gortari, considerado el jefe de jefes, durante y después de su sexenio como presidente de México, es llave, puente y medio hacia y para los neoliberales. Esos  para quienes todo se compra y vende. Para quienes la identidad personal y de los países debe anularse.

De 1964 a 1988, la memoria colectiva y una conciencia del poder del voto ciudadano, hizo tambalear a grupos de poder político y de facto, a grado tal que se provocó un apagón de luz en  las instalaciones de cómputo de los resultados electorales; regresada la luminosidad, el fraude electoral estaba consumado.

Al hijo del tata Cárdenas del Río, Cuauhtémoc, le fue arrebatado el triunfo en las urnas; pero los pueblos originarios de México en 1994, ante el anuncio presidencial de Salinas de Gortari de la entrada de nuestro país al primer mundo comercialmente, le mostró que su parafernalia era mero oropel que se desgarró ante la declaración de guerra del ejército zapatista de liberación nacional, defensor de esas comunidades en retraso económico al grado de miseria; cuando son los primeros en tiempos y primeros en derechos en nuestra geografía mexicana.

Un reconocimiento en ésta parte de la historia mexicana a don Heberto Castillo Martínez, ingeniero, político y militante de la izquierda mexicana.           

Lázaro Cárdenas Solórzano, llegó después a ser primer jefe de gobierno del corazón de la patria mexicana: La ciudad de México. Y sigue como líder moral de la izquierda mexicana.   

Esa izquierda mexicana surgida tras la caída del socialismo y puesta en práctica por Lázaro Cárdenas del Rio, presidente de México.

Para estos tiempos, el olor y sabor del poder público, empezó a marear a influyentes del partido acción nacional, surgiendo con más fuerza el amasiato con el partido tricolor, al grado de fraguarse la primera alternancia del poder presidencial a su favor para el año 2000, tras el sexenio de Ernesto Zedillo, favoreciendo al “mexicanote”, Vicente Fox Quezada.

La alternancia del poder a favor del PAN, no desterró la intromisión de neoliberales en la política del país. De hecho, los neoliberales, de preferencia extranjeros perniciosos, resultaron ser jefes de los mexicanos sentados en sillas de poder legislativo, ejecutivo y judicial con mando en todos los niveles. Así como de los más de 2500 gobiernos municipales.

Se fue Fox y pasó Felipe Calderón Hinojosa, ambos panistas, y éstos doce años fueron más pena que alguna gloria para el pueblo. Quizá ellos se hicieron muy ricos junto a sus allegados por servir a neoliberales, que son los verdaderos ganadores; pero el país entró a una espiral de crecimiento de violencia generada y multiplicada por la delincuencia organizada, una especie de empresarios de la ilegalidad.

Una guerra sin cuartel donde el pueblo en mayoría se encuentra desde esos días en medio de fuego cruzado.

La segunda alternancia del poder ejecutivo de la república de Estados unidos mexicanos, se dio en el año 2012 al ganar la presidencia de México el partido tricolor y su candidato Enrique  Peña Nieto.

Los PRIAN, pretendían jugar al voleibol político, aspirando a ejercer un bipartidismo al servicio de neoliberales y a beneficio de sus bolsillos.

Habrá que saber y/o recordar que ¡sí! hacen la diferencia las mayorías y minorías olvidadas, es decir el Pueblo mexicano a la hora del voto constitucional para el relevo de los poderes ejecutivo y legislativo, por ello, el fraude electoral cuesta millones de pesos.

En éste entendido, el uno de julio de 2018, sí volvió otra vez a revelarse el pueblo mexicano, quien siguió a don Miguel Hidalgo y Costilla;  Quienes hicieron valer el sufragio, no reelección en contra de la dictadura de Porfirio Díaz; Los que siguieron a los caudillos del sur y norte de México, entre ellos Zapata y Villa; Aquellos que desde 1968, apoyan a estudiantes, obreros, campesinos, guerrilleros; Los que votaron por Lázaro Cárdenas Solórzano para presidente de México en 1988 y les hicieran fraude electoral; Los pueblos originarios, olvidados y marginados en la miseria que en 1994, declararon guerra al supremo gobierno y hasta la fecha, siguen a la espera de acuerdos incumplidos; Los que “creyeron” en el año 2000, que la primera alternancia del poder ejecutivo de México, daría mejores horizontes a los mexicanos en mayoría, de parte del panismo, que ni con dos sexenios pudo hacer lo más mínimo a favor de los pobres.

Entonces, esa rebeldía de mexicanos y mexicanas del 1 de julio del año 18 del tercer milenio, de la era cristiana, es la que nuevamente pone su parte para tener no solamente esperanzas y dádivas de su gobierno. Sí, para desterrar la dictadura PRIAN; Sí, para poner alto al neoliberalismo en nuestro país; Si, para construir un nuevo régimen político y económico, donde se diluyan los caducos esquemas partidistas venidos del  siglo XX.

MORENA no es un partido político y por tanto debe desaparecer tras lograr como movimiento nacional las bases del nuevo régimen de la regeneración; no  en las áreas administrativas, no en los cargos de elección popular o plurinominal; sí en las calles, parques, estadios, de norte a sur y de este a oeste, de abajo hacia arriba.

El trabajo de MORENA es cultural, es la siembra del cambio de actitudes en un país donde el neoliberalismo ha trabajado en la pérdida de identidad nacional y personal. El quehacer de MORENA es para construir diálogos nacionales con una agenda común, para hacernos obedecer por legisladores, gobernadores, presidentes municipales, impartidores de justicia y presidente de nuestra república de Estados unidos mexicanos.

No se trata que sean los aplaudidores de sus militancias en el poder, porque han de saber que la alternancia del poder en nuestro país llegó para quedarse y MORENA debe establecer con habitantes de México, los rieles que habrán de utilizar los gobiernos federales por venir y hacerse a un lado. Que el pueblo mande.

No más dictaduras y no manos sueltas al neoliberalismo en México. No más partido político con su militancia en el poder. ¡No más partido de Estado! o  MORENA – gobierno.

MORENA DEBE DESAPARECER; Lo mismo que el PRI y el PAN, lo mismo que los partidos políticos que llegan para favorecer a sus cúpulas nada más.

Un nuevo régimen y otros partidos políticos para México. Un tripartidismo por ejemplo. Pero, otras siglas, nuevas actitudes, nuevas reglas.

Si no se hace un trabajo cultural de escala nacional en lo político para lograr un proceso de conciliación entre los diversos mosaicos ideológicos,  si no se trabaja más allá del trabajo del presidente y legisladores, otra vez el bienestar de los mexicanos y mexicanas, quedará en un intento más, en una revolución electoral interrumpida.

No corresponde al presidente de México de ahora, del sexenio que viene o de los sexenios que vendrán, decidir el presente y futuro de México y sus mexicanos; no corresponde a legisladores federales y de los Estados tampoco guiarnos.

Corresponde a la ciudadanía con credencial de elector, que son representantes formales del pueblo en general, dar un paso al frente, así como lo hicieron a la hora del voto del 1 de julio de 2018. No basta el sufragio, urge dar carta de naturalización, vigencia constitucional y reglamentaria, a la democracia participativa: Referéndum, plebiscito, derecho de petición, derecho de audiencia, consulta ciudadana, iniciativa de ley ciudadana, revocación de mandato.