En los tiempos actuales en la política electoral candidatos y candidatas dicen en sus discursos «amigos», como si en vez de aspirar un cargo de elección popular y constitucional, fueran a formar parte de un grupo de fans a su disposición.
Reducen a un círculo menor la atención de su aspiración.
Dejando a miles y miles fuera de sus bla bla bla.
Son suspirantes que pretenden gobierno de amistades.
Es decir, que les aplaudan, elogien, sonrían y aprueben cada una de sus acciones. Puede pensarse que en su mentalidad se afianzan en gobiernos de monarquía en vez de gobiernos de democracia participativa, donde no todo es halagos y sí señor. Se dedican en campaña a figurar como personas muy estimadas y repudiantes de cualquier síntoma de crítica, observación sincera o petición.
Ojalá pusieran los pies en tierra y la mente en claridad, para expresarse ante una población que prefiere la seriedad y cabalidad de lo que representa ser cobra salario por ser un electo en urnas constitucionales.
Decir «amigos» o «palomilla», no ajusta al deber ser de un legislador, presidente – a – municipal o miembro de cabildo.
Por tanto, dimensionen su responsabilidad ante habitantes integrados por cientos de mosaicos culturales.
Porque la amistad es una expresión muy adulterada dicha por quienes se dedican a la política o representaciones de índole electoral.
Refieran mejor: Habitantes. Ciudadanía. Población.
Porque amigos – as -, o palomilla, es delatarse en aspirar ser halagados y no esperar sean reconvenidos por su actuar de monarcas.
En los actuales tiempos queda claro que se les paga para obedecer y tratar bien al soberano por constitucionalidad – artículo 39 de la carta magna -.
Dejen de parecer amables.
Mejor asegúrense ser personas de estudio, formalidad, sinceridad y resultados. La amistad, se dice es, un afecto personal, puro y desinteresado – no a cambio de votos -, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.
Categories
Del tintero